Comentario
En los escritores áticos que durante el siglo IV se dedicaron a dar a conocer la situación espartana, sobre todo Jenofonte, Platón y Aristóteles, admiradores de su sistema político y social, en el que ninguno deja de ver, lúcidamente, un efecto de la estructura económica, se ha notado, sin embargo, la presencia de una cierta decepción referente a los tiempos mas recientes. Da la impresión, en unos más claramente que en otros, de que la situación ya no es la que era. La eunomía o buen gobierno se había sustentado en un sistema de disfrute equilibrado de la tierra, que permitió considerar iguales a todos los que participaban de la ciudadanía, los espartiatas, sobre una clase de hilotas explotada y dominada, perfectamente delimitada y controlada. Las guerras y la hegemonía provocan alteraciones sociales y rupturas en los límites, desde el momento en que es preciso utilizar los servicios de los dependientes en favor de la ciudad.
Al menos desde finales de las guerras médicas han venido notándose alteraciones en este sentido, con repercusiones políticas en el ámbito de las luchas personales. Los accesos al control de ciudades externas y a los mercados del Egeo constituyen el otro factor capaz de operar la transformación estructural. En el siglo IV, la reforma de Epitadeo, que permitía la libre disposición de las propiedades en el testamento, representa la traducción legal de la tendencia a favorecer la acumulación que, para los comentaristas laudatorios del sistema tradicional espartano, significaba el final de las condiciones en que se asentaba aquella específica forma de vida en común.
Ya desde el siglo V, desde la misma narración bélica de Tucídides, se deduce la existencia, por lo menos, de una utilización privada de los hilotas que los aproxima al esclavo comprado. En el momento de la revuelta de Cinadón, la detallada descripción de Jenofonte permite deducir que ya se ha operado en gran medida una diversificación de los sectores dependientes, donde, junto a los hilotas, se incluyen términos indicativos de un proceso de reestructuración. Jenofonte insiste en que, dentro de la sociedad espartana, en estos momentos, la masa de los dependientes, posibles aliados de la revuelta, es infinitamente superior en el número al total de los propietarios, enemigos bien definidos de Cinadón.
Así como en Esparta, que parte de una situación bien particular, la transformación operada es determinante, en Atenas, en este terreno, el panorama, a pesar de todo, permanece oscuro. La existencia de ciertos mojones, horoi, con inscripciones referentes a parcelas de tierra, había hecho pensar en la existencia de hipotecas comparables a las conocidas para la época previa a las reformas de Solón, las que habían justificado algunas de sus medidas en un momento de auténtica crisis agraria. En los inicios del siglo IV, el panorama había sido similar y permitía fundamentar en él el concepto de crisis para definir el período posterior al de la guerra del Peloponeso. Los análisis posteriores han demostrado que más bien se trata de documentos indicativos de movimientos de compraventa. La tierra no se halla hipotecada en este momento, lo que permite orientar el enfoque del problema en otra dirección y, tal vez, intentar definir de nuevo el concepto de crisis, de un modo que esté más de acuerdo con las condiciones históricas de la ciudad a comienzos del siglo IV. Ahora no se trata de la acumulación agresiva de una aristocracia que intenta subordinar la población campesina, circunstancia ante la que reacciona con el apoyo de los sectores moderados de la aristocracia. En estos momentos, la agricultura se inserta en el panorama de un sistema económico en que los mercados esclavistas se encuentran consolidados y la circulación monetaria ha llegado a ser lo suficientemente activa para incidir en los procesos de explotación de la tierra. La situación del campesino miserable en que aparecen retratados algunos personajes de Aristófanes, los problemas que soportan algunos de los individuos litigantes en los discursos de los oradores áticos y los peligros que prevé Platón en la existencia de un campesinado empobrecido resultan fenómenos paralelos al del crecimiento de las transacciones, que igualmente están presentes en los discursos de los oradores, o a la descripción de algunas casas, unidades de explotación, escenario de disputas judiciales igualmente tratadas en los discursos, pero cuyo modelo canónico es la casa de Iscómaco del "Económico" de Jenofonte, ejemplo de explotación próspera. Ahí se muestra que la crisis representa un proceso cualitativo, y no cuantitativo, pues la riqueza crece al mismo tiempo que la miseria entre las poblaciones libres.